
Es difícil encontrar hoy un partido de la Primera División de México en el que no aparezca, al menos una vez, el logo de una casa de apuestas o un casino online.
Es difícil encontrar hoy un partido de la Primera División de México en el que no aparezca, al menos una vez, el logo de una casa de apuestas o un casino online.
Su presencia no se limita a las camisetas de los equipos, sino que estas marcas también habitan las lonas publicitarias, las pantallas LED dentro de los estadios y los fondos de las conferencias de prensa.
Para alquilar estos espacios, se paga un precio alto que representa para los clubes una fuente de ingresos complementaria a la taquilla, el merchandising y los derechos de transmisión de los partidos.
Sin embargo, el vínculo entre los sitios de juego y los clubes de fútbol también abre debates sobre regulación, integridad deportiva y límites publicitarios, sobre todo en la antesala del evento que pondrá a México en el centro del deporte internacional, el Mundial de Fútbol 2026.
Aunque solamente una marca de casinos figura entre los patrocinadores oficiales de la Liga MX, si vamos a los acuerdos club por club, la cosa cambia. En los jerseys del Apertura 2025, por ejemplo, las casas de apuestas deportivas dominaban el número de auspicios, con 18 clubes.
De hecho, el sector de juego fue el predominante en la Liga MX, por delante de las empresas de construcción (13 auspicios), los alimentos y bebidas (10), las telecomunicaciones (9) o el sector automotriz (8).
Más allá de los auspicios puntuales, la distribución de patrocinadores en los uniformes de la Liga MX también es interesante de analizar, ya que ocurre una paradoja. La cantidad de logos parece responder a una lógica inversa, los clubes con menor jerarquía tienen un mayor número de logos en la casaca.
Un informe de sitios periodísticos de deporte demostró que los uniformes de la Liga MX reúnen alrededor de 119 logotipos, siendo el logo de un casino el más repetido.
Además, mostró que en Primera División Necaxa (19 marcas) y Atlas (17) lideran la lista de equipos con más patrocinadores en su indumentaria. Les siguen Atlético San Luis (16) y Santos Laguna, junto con Pachuca y Puebla, todos con 15 marcas repartidas en las mangas, los dorsales y a veces hasta en el short.
En el extremo opuesto aparecen clubes como Cruz Azul y Toluca, que lucen apenas cinco patrocinadores y en la misma línea se ubica América, cuyo uniforme retro cuenta con solo seis marcas, una decisión alineada con su peso histórico y bien recibida por su afición.
Si el mercado de apuestas y casinos online legales en Mexico ya resultaba atractivo para los operadores internacionales, en 2026 el interés se multiplicó. El motivo detrás de este incremento es el “efecto arrastre” de la Copa Mundial de Fútbol, que se celebrará en territorio mexicano.
En un mercado cifrado en torno a los 970 millones de dólares en 2025 y con una tasa de crecimiento proyectada del 15% anual hasta 2030 (datos de la consultora Mordor Intelligence), cualquier incremento porcentual de la cantidad de apuestas se percibe como una gran oportunidad para los operadores.
A las puertas del Mundial 26, el fútbol es un sector central de las apuestas deportivas en México. Fuentes del sector calculan que el 70% de las apuestas deportivas están vinculadas a este deporte.
De ahí que los sitios de apuestas estén buscando cerrar acuerdos comerciales antes del evento global. Ser patrocinadores en clubes locales no solamente refuerza el vínculo emocional con los hinchas, sino que también ofrece una vitrina internacional en una liga que está siendo observada desde todos los rincones del mundo, por su carácter protagonista en 2026.
Los operadores ya anticipan una ola de apuestas, tanto por el propio peso de un mercado en crecimiento como por el interés que despertará el Mundial 2026. Por eso, han invertido en los auspicios de la Liga MX.
Sin embargo, las casas de apuestas no tiran a mansalva. Hilan fino y son muy específicas en cuanto al emplazamiento sus marcas. De acuerdo al análisis de Javier Balseca, colaborador de Imagen Radio, el lugar más recordado por la afición es el pecho de la camiseta y el segundo es la valla electrónica. Por ese motivo, los lugares más codiciados en términos de retención de la marca son esos dos puntos.
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La Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut) puso los números sobre la mesa al afirmar que la Copa del Mundo dejará en el país ingresos por al menos 3.000 millones de dólares, buena parte derivados de la entrada de 5,5 millones de turistas adicionales que circularán por el país entre el 11 de junio y el 19 de julio de 2026.
En total, 13 partidos se disputarán en territorio mexicano, repartidos entre Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. El impacto directo, calculan desde Femexfut, será superior a los 1.000 millones de dólares para el sector turístico, además de la creación de 24.000 empleos y fuertes inversiones en infraestructura urbana.
En el sector de juego ya hablan de una “oportunidad de oro” para regular el sector antes del pitido inicial. Desde las asociaciones de operadores, como AIEJA, aseguran que si México estableciera una estructura regulatoria distinta antes del inicio del Mundial, las inversiones podrían intensificarse.
De la misma forma, los operadores también advierten sobre un riesgo latente, que la falta de reglas claras derive en una expansión del mercado ilegal y, por ende, de los problemas de juego derivados de la falta de control.
Mientras México opera con autorizaciones puntuales bajo una ley fechada en 1947, en los mercados más avanzados el debate ya no se centra en los cánones ni en los impuestos, sino en las restricciones de publicidad.
El informe Tendencias iGaming 2026 de un fabricante de software de casino define el momento actual como el de “la gran recalibración europea”, dando cuenta de que el sector está dejando atrás una etapa de crecimiento agresivo para entrar en una fase de mayor énfasis en el cumplimiento normativo.
En Europa, los reguladores están poniendo mayor énfasis en los controles publicitarios y de auspicios. Este giro regulatorio podría anticipar movimientos similares en otros mercados, incluido el mexicano, especialmente en un contexto de mayor visibilidad internacional y presión política.
El caso de España podría ser tomado de referencia en los debates regulatorios en Latinoamérica. Mientras que LaLiga llegó a tener 19 equipos auspiciados por casas de apuestas (el Real Sociedad era el único club que no aceptaba ese tipo de acuerdos), en 2020 un decreto prohibió los logos de casinos y apuestas en la vestimenta de los jugadores.
Los operadores en España no pueden figurar en las equipaciones deportivas ni en los nombres de los estadios o de los torneos. El decreto, además, limita fuertemente la publicidad en medios tradicionales.
En 2016, las apuestas online invirtieron 138 millones de euros en patrocinios en España, mientras que hoy la cifra ha caído a menos de 5 millones por trimestre. Sin embargo, cuatro de los clubes más grandes mantienen acuerdos con casas de apuestas, que firman bajo el rótulo de “sponsor internacional”, para los mercados externos o asiáticos.
El dinero que las casas de apuestas aportan al fútbol mexicano sirve para comprar jugadores, mejorar el nivel y hacer reformas en los estadios. Sin embargo, la industria de los casinos no es inocua ni libre de problemas. El incremento de los volúmenes de juego también reaviva el debate sobre la integridad deportiva.
En menos de cuatro meses, la Federación Mexicana de Futbol (FMF) abrió cinco investigaciones por presunta manipulación de resultados en la Liga Premier, la Liga de Expansión y la Liga MX Femenil. La mayoría de estos casos de amaño están vinculados a estafas a las casas de apuestas.
El modus operandi suele comenzar con contactos indirectos a jugadores y se inicia con acciones menores (tarjetas, tiros de esquina) antes de escalar hacia manipulaciones más graves.
Aunque es un problema derivado del juego, es importante subrayar que las propias casas de apuestas también son parte activa de la lucha contra el amaño, dado que el fraude deportivo las perjudica económicamente y daña su credibilidad.
Por ese motivo, los representantes del sector colaboran con federaciones, ligas y empresas especializadas en monitoreo de apuestas para detectar patrones sospechosos. Cuando se descubre un caso de amaño, la FMF aplica sanciones deportivas severas, que pueden llegar hasta 16 años de inhabilitación.
Sin embargo, el marco legal mexicano es limitado, ya que el amaño de partidos no está tipificado como delito penal, por lo que las consecuencias se restringen al ámbito deportivo.
Motivados por el crecimiento del mercado, representantes del Gobierno de México anunciaron un plan para 2026 centrado en reforzar el control sobre permisos y combatir de manera frontal el juego ilegal, un fenómeno sumergido que expertos del sector estiman en torno al 40% de la actividad total.
Las medidas incluyen una fiscalización más estricta de las plataformas que ya operan en el país. Además, se pondría el foco en la verificación obligatoria de edad y en la trazabilidad de monetaria, bloqueando a operadores no autorizados mediante la cooperación con proveedores de pago.
En la práctica, a la barrera regulatoria se sumará una barrera tecnológica destinada a impedir que los sitios ilegales sigan operando. Sólo el tiempo dirá si estas medidas son suficientes para contener un mercado que busca una regulación formal de manera urgente.