
Conoce las más comunes, cómo prevenirlas, detectarlas a tiempo y el rol de madres y padres para que sus hijos jueguen seguros.
El fútbol es una de las actividades más completas para el desarrollo físico y emocional de los niños. Sin embargo, el incremento de entrenamientos, torneos continuos y la presión por competir ha provocado que las lesiones sean cada vez más frecuentes. Desde golpes menores y raspones hasta problemas más serios como esguinces o conmociones, los padres deben conocer los riesgos y saber cómo actuar para proteger la salud de sus hijos. Incluso en lesiones leves, muchos especialistas recomiendan usar una crema cicatrizante para acelerar la recuperación de la piel y evitar complicaciones.
Las lesiones derivadas del fútbol infantil suelen concentrarse en las piernas debido al uso repetitivo de músculos y articulaciones. Entre las más frecuentes se encuentran la tendinitis rotuliana, los dolores en la espinilla por estrés tibial, la enfermedad de Osgood-Schlatter y el síndrome femoro-rotuliano. También son habituales los esguinces, desgarres y golpes en tobillos y rodillas. Curiosamente, muchas lesiones ocurren durante los partidos y no en los entrenamientos, debido al contacto físico y la intensidad de juego, especialmente en categorías mayores.
Un porcentaje importante de lesiones en secundaria ocurre durante acciones que no están permitidas por el reglamento. El contacto excesivo o movimientos peligrosos pueden provocar impactos en la cabeza y cuello, aumentando el riesgo de conmociones. Enseñar disciplina, respeto y juego limpio desde edades tempranas es esencial para reducir este tipo de accidentes.
El LCA es una de las lesiones más temidas en el fútbol juvenil, especialmente entre adolescentes. Factores como la anatomía, el control neuromuscular y la técnica contribuyen al riesgo. Prevenir requiere fortalecer el abdomen, piernas y mejorar la mecánica de movimiento.
Las conmociones son más frecuentes de lo que se piensa y van en aumento. Aunque golpear el balón con la cabeza puede influir, la mayor parte de estas lesiones ocurre cuando dos jugadores chocan disputando una jugada aérea. Distinguir entre un golpe leve y una posible conmoción requiere atención a señales clave como mareos, dolor de cabeza, confusión o sensibilidad a la luz.
Muchos especialistas sugieren evitar los cabezazos hasta los 10 o 12 años, cuando los niños ya han desarrollado fuerza suficiente en cuello y zona central del cuerpo. Además, aún no existe evidencia sólida de que los protectores de cabeza prevengan conmociones.
Las lesiones graves en fútbol a nivel escolar suelen ser menos frecuentes que en deportes de contacto como fútbol americano o hockey. Sin embargo, siguen siendo relevantes, especialmente en temporadas largas. Especializarse en un solo deporte desde edades tempranas puede aumentar el riesgo de lesiones por sobrecarga, estrés psicológico y abandono deportivo prematuro.
Los expertos recomiendan que los niños no entrenen más horas a la semana de las que tienen en edad. Además, deben descansar uno o dos días por semana y tomar pausas de al menos tres meses distribuidas a lo largo del año.
Contar con el equipo correcto es una de las mejores formas de reducir lesiones. El calzado debe adaptarse al tipo de superficie, las espinilleras deben ajustarse a la talla del niño y los balones deben ser adecuados para su edad. También es fundamental el uso de protectores bucales, especialmente en categorías donde hay más contacto.
Aunque el fútbol no es el deporte con mayor riesgo ocular, los niños que usan lentes deben contar con protección hecha de policarbonato resistente. Además, es importante asegurarse de que el puesto o área de juego esté libre de objetos peligrosos que puedan causar caídas o heridas.
Los padres cumplen un papel esencial en el acompañamiento deportivo: deben incentivar el descanso, moderar las expectativas y fomentar el disfrute del juego. Animar sin presionar, acompañar en los cuidados básicos, vigilar señales de dolor y promover hábitos saludables forma parte de la prevención integral.
Celebrar avances, reconocer esfuerzos y evitar comparaciones es fundamental para que los niños mantengan una relación positiva con el deporte. Muchos abandonan el fútbol por estrés o presión, no por falta de talento.
Si su hijo sueña con ser el próximo Messi, Chicharito o James, acompañarlo con información confiable es la mejor herramienta. El fútbol es parte esencial de la cultura hispana, pero la seguridad siempre debe estar primero. Entender los riesgos, saber prevenir y actuar correctamente ante una lesión garantiza que los niños disfruten del deporte sin comprometer su salud.
Para más información, consulte guías sobre reconocimiento médico deportivo, hábitos de sueño, nutrición y cuidados frente al calor extremo, así como recursos sobre el impacto de la pubertad en el rendimiento físico.